El trágico final de *NSYNC y Backstreet Boys pese a su éxito: el hombre que acabó con su fama

En la década de los 90 y principios de los 2000, las boybands Backstreet Boys y *NSYNC dominaron la escena musical, convirtiéndose en íconos del pop. Sin embargo, su meteórico ascenso estuvo marcado por una figura oscura: Lou Pearlman, el magnate que los unió y que, tras el brillo del éxito, se convirtió en su peor enemigo.

Pearlman, quien había logrado construir un imperio musical, manipuló tanto a Backstreet Boys como a *NSYNC, desviando fondos y firmando contratos abusivos que dejaron a los integrantes con una ínfima parte de sus ganancias. A pesar de haber vendido millones de discos, los Backstreet Boys enfrentaron la cruda realidad de tener cuentas vacías. Este engaño llevó a los artistas a demandar a Pearlman, pero la lucha legal costó caro, con 25 millones de dólares en gastos.

Mientras tanto, *NSYNC, lanzando su álbum “No Strings Attached”, alcanzó un nivel de popularidad que rivalizó con el de los Backstreet Boys, pero la sombra de Pearlman seguía presente. En 2006, el esquema fraudulento que había sostenido a Pearlman comenzó a desmoronarse, lo que resultó en su arresto en 2007 y posterior condena a 25 años de prisión por fraude y lavado de dinero.

Aunque ambos grupos lograron mantenerse en el escenario musical, las tensiones internas y la ambición de sus miembros llevaron a separaciones. Justin Timberlake, de *NSYNC, decidió seguir una carrera en solitario, marcando el fin no oficial de la banda. Por su parte, los Backstreet Boys optaron por una pausa y, aunque continuaron sacando música, no lograron recuperar su antiguo esplendor.

Hoy, ambos grupos se enfrentan a un legado complicado. Mientras que nuevas boybands han surgido, adaptándose a la era digital, Backstreet Boys y *NSYNC viven de su pasado, recordados como símbolos de una época dorada del pop juvenil, pero también como víctimas de la codicia de un hombre que los llevó a la fama y, finalmente, a la ruina.