La conmovedora vida de Adalberto Martínez, conocido como “Resortes”, culminó el 2 de abril de 2003, dejando tras de sí un legado imborrable en la historia del cine mexicano. Nacido el 25 de enero de 1916 en Tepito, un barrio con fama de dureza en la Ciudad de México, Adalberto enfrentó desde pequeño una vida marcada por adversidades. Sin embargo, su talento innato para la comedia y la danza lo impulsaron a superar los obstáculos que se presentaban en su camino.

Su carrera despegó en 1946 con la película “Voces de primavera”, donde su capacidad para conectar con el público a través del humor y el baile lo catapultó al estrellato. A lo largo de los años, se estableció como un pilar de la comedia mexicana, compartiendo escenario con grandes como Cantinflas y Tintán. Sin embargo, el éxito no vino sin sus sombras; la presión constante por mantenerse vigente lo llevó a desarrollar una dependencia al tabaco, que afectó su salud física.

A medida que avanzaba su carrera, Resortes se enfrentó a problemas respiratorios que, a pesar de sus intentos por ocultarlos, se hicieron evidentes. La lucha contra el enfisema pulmonar se volvió una constante en su vida, complicando su capacidad para seguir trabajando como antes. Sin embargo, su espíritu inquebrantable y su dedicación a su arte nunca flaquearon.

En sus últimos años, Resortes reflexionó sobre su vida y sus decisiones, compartiendo sus experiencias con sinceridad y gratitud. Aunque su salud continuaba deteriorándose, su legado perduraba en la memoria colectiva. Su muerte fue un golpe profundo para el país, generando un amplio homenaje a su contribución al entretenimiento.

El funeral de Adalberto Martínez fue un emotivo tributo a un hombre que no solo hizo reír a generaciones, sino que también se mantuvo fiel a sus raíces. Su historia es un recordatorio de que la perseverancia y el talento pueden transformar vidas, y su recuerdo sigue vivo en cada rincón de la cultura mexicana.