Elon Musk ha reaccionado con preocupación y desconcierto ante la creciente ola de ataques y actos de vandalismo dirigidos contra Tesla. En una reunión improvisada con empleados en Austin, Texas, el magnate expresó que la situación se siente como un “Armagedón”, subrayando la gravedad de los incidentes en los que concesionarios han sido incendiados y vehículos destruidos. Musk, que ha experimentado una caída del 40% en las acciones de Tesla este año, hizo un llamado a sus detractores, diciendo que aunque es comprensible que no deseen comprar sus autos, no es necesario quemarlos.

La magnitud de estos ataques ha captado la atención de los medios de comunicación, convirtiendo a Tesla en un símbolo político de la polarización actual. Musk ha vinculado estos actos de violencia a una creciente hostilidad desde sectores políticos progresistas, lo que refleja un notable cambio en su percepción pública. Antes considerado un líder en innovación verde, Tesla ahora enfrenta manifestaciones que se extienden más allá de Estados Unidos, con el lema “no compres un Tesla” resonando en ciudades tan lejanas como Berlín y Gales.

Las acciones de protesta han incluido desde manifestaciones pacíficas hasta actos violentos, como incendios y disparos en concesionarios. La administración Trump ha calificado oficialmente estos ataques como terrorismo doméstico, intensificando la respuesta gubernamental y abriendo investigaciones federales. Esta caracterización ha suscitado debate sobre la proporcionalidad de la respuesta del gobierno, generando preocupaciones sobre la criminalización de la protesta política.

El propio Musk ha tratado de posicionar a Tesla como una víctima inocente en medio de una disputa política, aunque su alineamiento con Trump y su papel en la administración han complicado su imagen. A medida que las tensiones continúan aumentando, el futuro de Tesla y su fundador se entrelazan con la polarización política, convirtiendo a la compañía en un símbolo de conflictos más amplios en la sociedad contemporánea.