La batalla legal entre Blake Lively y Justin Baldoni ha cobrado un nuevo impulso tras una reciente decisión del juez Luis Lyman, que ha dejado a muchos sorprendidos. Lively, conocida por su trabajo en la industria del entretenimiento, había solicitado acceso completo a los registros telefónicos de Baldoni, pero el tribunal denegó la mayoría de sus peticiones al considerarlas invasivas y excesivas.

El juez permitió que Lively obtuviera solo información básica, como los datos de contacto de las personas involucradas, lo que no representa la evidencia contundente que su equipo esperaba. A pesar de este pequeño avance, el fallo del tribunal ha expuesto la fragilidad de su caso, ya que las afirmaciones de Lively sobre una supuesta campaña de desprestigio en su contra carecen de pruebas sólidas.

El abogado de Baldoni, Brian Friedman, calificó la solicitud de Lively como una “expedición desesperada de pesca”, un argumento que fue respaldado por el juez. Mientras tanto, el equipo legal de Lively intenta ajustar su estrategia, pero la opinión pública está comenzando a volverse en su contra. En un giro irónico, Lively, quien previamente filtró mensajes privados a The New York Times, ahora busca proteger su privacidad, lo que ha generado críticas por su aparente hipocresía.

Además, Lively está presionando para obtener una orden de protección que limite el acceso del público a ciertos documentos, incluyendo cualquier comunicación que involucre a otras celebridades, como Taylor Swift. Sin embargo, muchos observadores creen que esta lucha no es solo por la justicia, sino por el control de la narrativa mediática en torno al caso.

La situación es volátil y la batalla legal está lejos de concluir. A medida que se desarrollan los eventos, queda por ver si Lively podrá cambiar la dirección de este conflicto o si su estrategia se verá aún más comprometida. La opinión pública sigue de cerca este drama, que parece ser tan fascinante como cualquier guion de Hollywood.