La vida de Dámaso Pérez Prado, conocido como el rey del Mambo, es un relato de éxito y adversidad. Nacido el 11 de diciembre de 1916 en Matanzas, Cuba, su pasión por la música lo llevó a abandonar la medicina para dedicarse al piano y a la dirección de orquestas. Desde finales de los años 40, su estilo único fusionó el jazz con ritmos afrocubanos, convirtiéndose en una figura icónica en la música latina, especialmente en el cine mexicano de los años 50.
Pérez Prado ganó fama internacional con éxitos como “Qué rico el mambo” y “Mambo Number Five”. Sin embargo, su ascenso no estuvo exento de desafíos; enfrentó el rechazo en su Cuba natal y tuvo que mudarse a México en 1948, donde su carrera finalmente despegó. A pesar de su éxito, la controversia lo siguió. Críticos lo acusaron de vulgaridad y sus actuaciones fueron objeto de escándalo en círculos conservadores.
Su vida personal también estuvo marcada por altibajos. Conocido por su vanidad, adoptó el apodo de “cara de foca”, que surgió de una broma durante una grabación. A medida que su popularidad crecía, también lo hacían los celos y las disputas en el mundo musical. En 1953, tras un misterioso exilio de México que involucró rumores de enfrentamientos con el gobierno y rivalidades profesionales, pasó casi once años fuera del país, durante los cuales su música siguió resonando globalmente.
Pérez Prado regresó a México en 1964, donde continuó su carrera hasta su muerte el 14 de septiembre de 1989. Su legado perdura en el mundo de la música, influyendo a generaciones y siendo recordado como una figura clave en la historia del Mambo. Actualmente, su vida será revivida en una película titulada “El sueño de ayer”, un proyecto que busca capturar la esencia de este icónico músico y su impacto cultural, destacando la relevancia atemporal de su música en la escena actual.