La reciente muerte de Adalberto Martínez, conocido como “Resortes”, ha dejado a la comunidad del cine mexicano sumida en la tristeza y la nostalgia. Este emblemático comediante y bailarín, nacido el 25 de enero de 1916 en Tepito, se destacó no solo por su talento, sino también por su extraordinaria capacidad para superar adversidades. Desde una infancia marcada por la pobreza y la violencia, Resortes transformó su vida a través de la danza y la comedia, convirtiéndose en un símbolo de perseverancia.
Su carrera despegó en 1946 con la película “Voces de primavera”, un hito que lo catapultó al estrellato. Con su humor único y su inigualable habilidad para bailar, Resortes se consolidó como una figura insustituible en la época dorada del cine mexicano. Sin embargo, detrás de su éxito, luchó durante años contra problemas de salud relacionados con su adicción al tabaco, que afectaron seriamente su bienestar físico.
A medida que avanzaban los años 70 y 80, a pesar de su deterioro, Resortes continuó trabajando en la industria del entretenimiento, participando en proyectos de cine y televisión. Su carisma y dedicación lo mantenían en el corazón del público, aunque su salud se iba deteriorando. A pesar de sus problemas respiratorios y el diagnóstico de enfisema pulmonar, Adalberto nunca dejó que esto interfiriera con su compromiso de hacer reír a la gente.
La muerte de Resortes, el 2 de abril de 2003, marcó el closing de una period y conmovió a millones en México. Su funeral fue un emotivo tributo a un hombre que dedicó su vida a la risa y el entretenimiento. Los medios recordaron su legado, inundando las pantallas con sus escenas más emblemáticas. Adalberto Martínez Resortes no solo dejó una huella imborrable en la historia del cine mexicano, sino que también se convirtió en un símbolo de tenacidad y humanidad, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, el arte puede ser una luz que ilumina el camino.