La hija de la emblemática cantante mexicana Dulce, Romina Mircoli, ha roto el silencio sobre la herencia de su madre, generando un torrente de emociones y especulaciones en el mundo del espectáculo. A medida que emergen detalles sobre la vida y los conflictos familiares de la artista fallecida el 25 de diciembre de 2024, se revela que Dulce había estado considerando acciones legales contra su única hija. Según el abogado y amigo cercano, Jesús Briones, la situación se tornó compleja, ya que Romina y su esposo, Moisés González, eran responsables de la gestión de las redes sociales de Dulce, pero habrían retenido las claves de acceso, lo que causó una gran angustia a la cantante.
Este conflicto no solo refleja tensiones familiares, sino también el impacto de la era digital en la carrera de los artistas. Dulce, quien había construido un patrimonio estimado en 80 millones de pesos mexicanos, se encontraba en una lucha por recuperar el control de su presencia en las redes sociales, una herramienta vital para su conexión con los fans. Briones describe a Dulce como una mujer extremadamente cuidadosa con sus finanzas, lo que podría haber generado desacuerdos con Romina a lo largo de los años.
A pesar de que Romina ha negado estar involucrada en disputas por la herencia, los testimonios apuntan a que la relación madre-hija estuvo marcada por profundos conflictos. La revelación de este trasfondo familiar añade una capa de tristeza a la historia de Dulce, quien, a pesar de su éxito, enfrentó una complejidad emocional significativa en sus últimos días. La magnitud de su patrimonio, que podría superar los 200 millones de pesos según nuevas estimaciones, plantea interrogantes sobre el destino de sus bienes y el legado que dejará su música.
Mientras la industria musical llora la pérdida de una de sus voces más icónicas, la historia de Dulce y Romina resuena como un recordatorio de cómo los lazos familiares pueden verse afectados por el éxito y la fama, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva de sus seguidores.