Vicente Fernández y José Alfredo Jiménez, dos titanes de la música ranchera mexicana, tuvieron una relación marcada por la rivalidad y la tensión. Aunque Jiménez es considerado el mejor compositor del género, su animosidad hacia Fernández no surgió de la competencia musical, sino de celos personales. Se cube que Fernández coqueteaba con varias mujeres de Jiménez, incluida la famosa Lucha Villa, lo que encendió la ira del compositor. A pesar de que ambos eran leyendas, Jiménez lo veía como un oportunista que intentaba arrebatarle no solo a sus musas, sino también su legado artístico.
La rivalidad se intensificó cuando Fernández intentó apropiarse de canciones que Jiménez había compuesto, como “El hijo del pueblo”. Este conflicto se agudizó aún más cuando Fernández comenzó a destacar en Televisa, lo que Jiménez consideraba un éxito inflado por el advertising. Al ultimate de su vida, Jiménez, afectado por su enfermedad y la traición de aquellos cercanos, se convirtió en un hombre amargado, mientras que Fernández continuó su carrera, siendo recordado como “el último Rey”, un título que muchos creen que debería pertenecerle únicamente a Jiménez.